martes, 15 de julio de 2014

Retorno a la UCV

Foto: Veneoligía.com

                    

El reciente ingreso de una de mis mejores amigas a la plantilla de profesores de la UCV fue la excusa para visitar mi alma mater. La nueva profe tiene bastante tiempo libre entre clases, y yo unas cuantas horas de ocio disponible, así que quedamos en vernos allí.

Creo que el amor que sentimos los ucevistas por la Universidad es realmente inexplicable, es como aquellas relaciones que sabes que están deterioradas, pero que a su vez te brindan una zona de confort que un romance nuevo no te puede dar.

Me estacioné en el Universitario, esta vez no tenía la estela de orina que la fanaticada del béisbol suele dejar por sus columnas (se nota que no estamos en temporada). Mi amiga y yo almorzamos en la Asociación de Profesores, aprovechando los beneficios que tiene el dejar de ser alumnas, y luego entramos a la Universidad a buscar unas copias.

Por esa entrada te recibe la canchita de ingeniería, llena de pichones de ludópatas que aparentemente realizan un Máster en truco. Mañana, tarde o noche los ves totalmente concentrados en su juego, como si nada en este mundo fuera más importante que esa partida.

jueves, 13 de junio de 2013

12 Trabajos de Heraclio (basado en los 12 trabajos de Hércules)

Heraclio José tenía un año viviendo en el sanatorio mental a donde lo enviaron tras finalizar el juicio. No le incomodaba vivir allí, más bien le daba igual, todo le daba igual desde aquella noche, cuando después de recobrar la razón, supo que su vida se había terminado.
          Las enfermeras lo trataban bien y el medicamento lo estaba controlando porque los perros alucinatorios que lo asediaban por las noches aparecían con menos frecuencia, pero por otro lado estaba la depresión. Heraclio no quería hablar con nadie y se había dedicado simplemente a ver televisión, Discovery Channel, National Geographic y History Channel eran de los pocos canales que les permitían sintonizar, y entre los cuales él se turnaba, inerte, durante todo el día.
          Su madre, la Sra. Ana, quien lo visitaba una vez a la semana, nunca se habría imaginado que un documental le cambiaria de nuevo la vida a su hijo. «Soy Hércules» le dijo el sábado por la mañana cuando la vio llegar, y en seguida se dedicó a contarle que tenía días viendo una serie sobre los dioses y héroes de la mitología griega, y que había descubierto que tanto Hércules como él, habían sufrido la misma desgracia: en un ataque de locura habían matado a lo que más querían en la vida, su familia.
 «Mamá Hércules mató a toda su familia, yo no, yo sólo maté a Clarita cuando la confundí con el perro, pero fue lo mismo, ninguno de los dos lo queríamos hacer, ¿entiendes?, además tenemos el mismo nombre, Heraclio viene de Hércules, son como sinónimos!!!, ¿puedes creerlo?» su madre lo peinaba con cariño mientras escuchaba la historia, estaba impresionada de verlo tan ilusionado y aceptó sin pensarlo cuando él le dijo lo siguiente «voy a hacer los doce trabajos para purificar mi alma, igual que lo hizo Hércules, pero necesito que me traigas libros sobre mitología griega», «si mi amor» le respondió su madre, sin tener idea de lo que hablaba su hijo.

Se murió Nacha


Entrar a casa de Nacha siempre me pareció que era lo más parecido a traspasar hacia otra dimensión o hacer un salto hacia un pasado añejo. Para ser honestos, nunca queríamos ir, ni mis padres, ni mis tíos, ni mis primos, mucho menos mi hermana mayor y yo, simplemente éramos arrastrados por la fuerza demoledora que generaba en nuestro interior la trompa inconforme de mi abuela. Así que todos los 25 de diciembre y los 1ros de enero en un sutil acto de obligación adquirida debíamos montarnos en los carros, manejar dos horas hacia Cabimas y pasar un buen rato en el lugar más caliente del planeta: la casa de Nacha, mi bisabuela.
          Nacha era una mujer recia de carácter a la que parecía que no le corría sangre sino ácido corrosivo por las venas, a pesar de todo ello nosotros la llamábamos “abuelita”. Dicen que la muerte de una hija de trece años le cambió la vida y la secó como una planta cuando deja de recibir agua. Su alma era igual que un tronco duro, áspero y lleno de grietas. Pero tengo que hacer justicia a mi bisabuela, a mí nunca me hizo mal, éramos el lado de la familia al que trataba con cierto afecto, pero las historias sobre el alcance de su hiriente lengua son extensas, duras, feas. Era una especie de Doña Bárbara sin llano, a la que todos rendían esa pleitesía que nace del miedo.
          La vida es irónica, después de pasar unas tiernas y divertidas veladas navideñas en Maracaibo, terminábamos (al día siguiente) empotrados en unos muebles de cuero vinotinto a unos cuarenta grados de temperatura, mientras veíamos el Desfile de las Rosas en el televisor antiguo de la sala de Nacha. Dicha actividad era interrumpida por el almuerzo, cuando a pesar del calor nos servían un hervido hirviendo, valga la redundancia, que teníamos que tomar con buena cara y sin quejarse.

miércoles, 12 de junio de 2013

Hasta nunca Cuyagua


Semana Santa, sin plan, sin dinero, y con ganas de salir, no quedó de otra que ir a acampar, el plan más barato que puedes hacer si tienes un vehículo para transportarte. Playa en Semana Santa en sinónimo de bulla, gentío y desastre, pero pensamos que ir sólo los primeros días, cuando muchos siguen trabajando, no sería tan grave.
          Cuyagua solía ser una playa bonita y gigante, llena de millones de cocoteros. Al llegar nos dimos cuenta de que sólo quedaba un cuarto de las palmas que allí estaban y que la humanidad, o inhumanidad venezolana, estaba causando estragos en la costa. Al instalarnos nos conseguimos algunos amigos de la universidad, gente que estaba en el mismo plan que nosotros: bañarnos en el mar, dormir y comer pasta con atún.
          Los primeros dos días la pasamos bien, la gente tranquila, surfeando, jugando paleta, leyendo, cosas normales que se hacen en la playa, un poco de ruido por las noches por culpa de uno que otro personaje con complejo de Dj, pero por lo menos tenían la decencia de colocarse al final de la playa para no molestar tanto.

De Caracas a Qatar


Mi padre, como buen ex-Pdvsa, fue a parar a un país raro. Casi todos los petroleros venezolanos que han decidido buscar suerte en el exterior terminan viviendo en un sitio que algunos catalogarían “exótico”. Muchos consiguen trabajo en algún remoto país de África, Asia, o el norte de Europa, y por su puesto están los que terminan en el mundo árabe, como es el caso de mi familia, que hace unos años se mudó a Doha, capital de Qatar.
Cuando después de dos años al fin llegó el momento de ir a visitarlos yo estaba muy emocionada por ir al Medio Oriente. Tenía el siguiente itinerario: Caracas- Panamá- Amsterdam- Dammam- Doha, en total serían 18 horas de vuelo y más de 24 horas viajando, entre conexiones y escalas. Cuando finalmente el avión tocó tierra qatarí vi la gloria, quería salir rápido para encontrarme con mi familia, pero esto no sería tan fácil. La cola de inmigración era de cientos de personas provenientes de todas partes del mundo: chinos, indios, filipinos, africanos, americanos, europeos, y pare usted de contar, que llegan a Doha con un mismo propósito: trabajar. Desde altos ejecutivos, hasta mano de obra calificada, todos vienen a desarrollar este país que pretende ser la nueva joya del desierto.
Doha es una ciudad que se encuentra en plena expansión y tiene construcciones por doquier, el lujo y la opulencia se hace presente en todas esas modernas edificaciones que poco a poco van sustituyendo a las zonas viejas. La meta de la ciudad es transformarse y expandirse, para ello han traído a los mejores ingenieros y arquitectos del mundo, quienes tienen como misión crear increíbles museos, complejos deportivos, zonas residenciales de lujo, edificios de oficinas novedosos, ciudades universitarias y centros culturales. Todo con la mejor tecnología, excelentes materiales y los mejores talentos. El gobierno no está escatimando en la inversión, quieren convertirse en un ejemplo de modernidad y sin duda lo están consiguiendo.
El color beige es predominante en casi todas las construcciones, lo cual crea un panorama monocromático, porque se funde con los colores de la naturaleza. En Doha todo lo que te rodea está cubierto por una fina pero visible capa de arena, que se inmiscuye en las casas, en el carro, en la ropa. Todavía no hay casi árboles a pesar del gran esfuerzo que hacen por arborizar la ciudad, no es fácil sembrar todo un desierto.
Una de las cosas que impacta en los primeros días es el código de vestimenta de los qatarí, porque salir a la calle y ver a casi todo el mundo vestido igual realmente impresiona. Todos los hombres qatarís utilizan una túnica blanca impecable y perfectamente planchada, llevan sandalias marrones o negras (porque no les gustan los zapatos cerrados) y en la cabeza se colocan un turbante de cuadros blancos y rojos, que suelen aguantarse con una especie de cintillo redondo o que doblan cuidadosamente para crear elegantes formas con la tela.